El 5 de enero pasado fue atacada y destruida una iglesia por un monje budista y otros 12 criminales.
«Esta clase de ataques no nos detendrá. Nosotros adoramos a Dios, y lo seguiremos haciendo aunque sea bajo un árbol», declaró el líder de la pequeña comunidad cristiana que ha sido afectada por el atentado.
Asimismo, afirmó que pese a no ser un secreto la identidad de criminales «todos están en libertad».
Ante la impotencia por no contar con la colaboración de las autoridades, enfatizó que todo se lo dejan a Dios.
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