Jakelin Caal y su padre formaban parte de un grupo de más de 160 migrantes que se entregó a los agentes fronterizos estadounidenses en Nuevo México el 6 de diciembre. La niña de 7 años de edad sufría de una fiebre altísima ya estando bajo la custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. A los dos días falleció en un hospital en la ciudad de El Paso en el Estado de Texas (EE.UU.).
“La nena decía que cuando ella fuera grande iba a trabajar e iba a mandar pisto (dinero) a la mamá y a la abuela”, declaró su madre Claudia Maquin, que tiene tres hijos más.
La muerte de Jakelin ha provocado duras críticas a las políticas de migración del presidente de EE.UU., Donald Trump, por parte de los defensores de los migrantes y los demócratas en el Congreso de EE.UU.
La Administración de Trump, tras acusar a los demócratas de practicar una política migratoria blanda que ha permitido el ingreso de “violadores”, “narcotraficantes” y todo tipo de criminales a suelo estadounidense, justificó el envío masivo de fuerzas a las fronteras del sur para controlar lo que califica de “una invasión”.
Más tarde autorizó a los soldados desplegados en la frontera con México a usar la ‘fuerza letal’ contra los migrantes de considerarlo necesario. Además, en el caso de que los migrantes logren entrar en EE.UU., Trump ya tiene pensado retenerlos en “carpas” mientras se revisa su expediente.
De hecho, las caravanas de migrantes le han servido como pretexto para promover la aprobación de nuevas restricciones migratorias y cerrar las vías para legalizar a los indocumentados.